martes, 11 de noviembre de 2008

Decíamos Ayer...

Por si alguien me ha echado de menos en estas últimas semanas, lo cierto es que he estado un tanto ocupado casándome y disfrutando de un bien merecido viaje de novios, que por si algunos no lo saben aún, preparar una boda da un estrés de cojones.


Ahora vuelve la rutina, y como no podía ser menos, retomo mis quehaceres como crítico rancio de cine, que es lo que me va.


En estos días, no he podido ver demasiado, más allá de piedras rotas, ciudades inundadas (y no hablo de Coslada) y una ciudad que ha realizado hace poco una feria dedicada a ese líquido del que los médicos recomiendan beber dos litros al día (y noooo, no hablo de birra, ni de vino, ni mucho menos de whisky). Entre las últimas que he visto ha sido “8 Millas” con Eminem y Kim Bassinger.


¿Qué decir de esta peli? Para empezar que no está del todo mal. Es una historia más sobre el sueño americano, si una persona trabaja duro y persevera al final triunfa. Es una historia sobre la lucha en barrios marginales, y el intento de aspirar a una vida mejor. También se supone que no tiene nada que ver con la vida y milagros del rapero, no obstante, muchas personas han recalcado ciertos parecidos con los orígenes de Eminem.


Lo cierto es que si Detroit se parece en algo a lo que se ve en la película, espero no ir nunca allí. Te lo pintan todo como una zona desmilitarizada. A su lado, el poblado de las barranquillas debe ser lo más parecido a la moraleja.


Luego está el Rap. Considerar el rap como música está muy por encima de mis valores. No obstante entiendo que culturalmente es, ha sido y será una tendencia importantísima en las personas afroamericanas en Estados Unidos. Pero de ahí a que salga un blanquito canijo y le traten como el dios del rap…pues mira, no. Ver a un rapero blanco es como ver a un chino torero, curioso pero ciertamente ridículo. Eso por no hablar de los raperos españoles, no recuerdo nada peor en el panorama musical desde Miki Puig y su “Bonito es”.


Que más decir. Poca cosa, que es entretenida aunque ciertamente exagerada y en algunos momentos poco creíble (como en las peleas del protagonista, que es una piltrafa y en la vida real seguramente en casi todas las grescas en las que se mete, le medirían el lomo de lo lindo). Poco más, que si la veis en una de esas tardes grises y frías de invierno (que ya lo tenemos aquí) no será lo peor que hayáis hecho en vuestras vidas.

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